sábado, 7 de julio de 2007

Ciudad de Muros



Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde. (Bertolt Brecht)
La indiferencia es una conducta típica de las grandes ciudades y Bogotá no se queda por fuera. Normalmente tendemos a confundir individualismo, que es la actitud que nos hace ser independientes, con indiferencia. Siempre pensamos que lo que le ocurre al otro a nosotros no nos va a pasar. Los problemas reales solo existen si me corresponden. La indiferencia es la madre de muchas conductas negativas, como la falta de apropiación, que trae consigo el abandono, la dejadez, la apatía. Es fácil ser indiferente cuando existen líneas divisorias tan marcadas como lo son la riqueza y la pobreza, el norte y el sur.
En Bogotá viven muchas personas metidas en sus burbujas que no tiene idea de cómo es el resto de la ciudad, que no saben de problemas sociales que van mas allá de los huecos en las calles por donde ellos transitan. O peor aun tienen personas trabajando para ellas por mas de treinta años y no saben siquiera donde y como viven estas personas.
Somos tan indiferentes que no sabemos cuales son las necesidades de las personas más cercanas a nosotros, pero lo peor no es eso, sino que realmente no nos importa

Todo gira alrededor de la educación y el miedo. El miedo nos hace nos hace ciegos y mudos. La violencia y la impunidad nos hace blanco fácil de la indiferencia. Los sistemas de control, la seguridad y la inversión social son los principales motivadores de la confianza y la autoestima. Una ciudad donde el autoestima de sus habitantes es alto, tiene menores índices de violencia, porque las personas conocen y luchan por sus derechos, esto definitivamente hace que la gente se apropie de los espacios y extingue el miedo.
En el recorrido desde el aeropuerto Eldorado hasta el parque Tercer Milenio, encontramos que uno de los principales orígenes de la indiferencia esta en el miedo, miedo a omitir una opinión y a ser reconocidos. La personas prefieren hacerse la vista gorda frente a problemas que los perjudican directamente ante que hacer una denuncia. El temor es tal que prefieren el problema que una solución antes que ser reconocidos y atacados. En lugares como La plaza de San Victorino nos topamos con personas que no querían hablar de nada para no ser atacados por grupos violentos que operan y controlan el sector. Esto se da en cada rincón de la ciudad las personas tiene miedo de opinar y ser reconocidas.Por otro lado esta la educación en los hogares en conjunto con la inversión social, si las personas se les educa par no ser indiferentes, para entender que el problema del otro se termina convirtiendo en el problema mió, muchas de la cosas lamentable que ocurren en este país podrían ser evitada, porque la sociedad en si funcionaría como una cadena. Por otro lado no es suficiente la educación, la inversión social es una muy buena forma de educar, ya que el sentirnos atendidos, contentos y orgullosos, nos hace defender lo que nos pertenece.

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